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domingo, 31 de agosto de 2014

La opinión de Ignacio Bregliano


Basta... Me harté. Van doce minutos del segundo tiempo y Tula corta un avance claro de Racing propinándole un piñón a Centurión, cosa que el árbitro Fernando Rapallini juzgó que sólo era para amarilla. Fue la gota que desbordó mi paciencia. Fue el último "horror" que soportó, de este espantoso "saca partidos".

Todos creíamos que muerto el perro se había acabado la rabia, que el fútbol argentino se iba a inmiscuir en tiempos de cambio, pero parece que varios nos equivocamos. Los viejos vicios siempre estarán enquistados, cual cáncer que te va carcomiendo. Vergonzoso.

Como vergonzoso es lo del arbitraje argentino. Traigan pitos de otro país, como otrora ha sucedido. La vieja camada de árbitros está sospechada de malos manejos, son todos manipuladores pero eran preferible para comandar el clásico de Avellaneda.

El jovencísimo Rapallini (36 años) y sus líneas crecieron observando a los anteriores y pecan de lo mismo. Mientras tanto en la AFA "todo pasa", por más que haya viejas-nuevas caras.

Los tres de negro no saben donde están parados en una obra en construcción que luce como nunca ha sucedido con anterioridad. O mejor dicho, sí saben y hacen lo que corresponde. Marcar siempre o casi siempre para los locales. Ensuciaron el partido, lo dieron vuelta en tres minutos con fallos decisivos. Más allá de la coparticipación de los jugadores de Racing por no imponerse ante tantas injusticias y para enloquecer, como hizo Saja en el gol de Mancuello, made in paladar negro.

A saber: Gómez cancherea ante Centurión y mientras Brailosky levanta el banderín señalando lateral para la visita, el bueno de Rapa inventó un tiro libre a favor de Independiente. Más luego, contragolpe de Hauche que el "cafetero" Breitenbruch (ah... era alemán) corta adrede con falta y Rapa que se hace el "gallito ciego".

Y la frutilla del postre: inventó un planchazo del eterno Milito, que había robado clarísimo y había iniciado un contragolpe fulminante. Vino el tiro libre y el gol del empate. Fue mucho para tan poco tiempo. Demasiado para un corazón que sabe de que lo ultrajen descaradamente en el derby.

Sucedió en cancha de River hace bastante tiempo (vayan al archivo y agárrense la cabeza), Baldassi también lo hizo en Parque Patricios (el día de los cascos amarillos y la fiesta en la “popu quemera”), el grandote Pezotta lo gestó en la sede de la UOCRA, el día que culminó con la locura de Teo. Y hoy... Rapallini. Y así siempre.

Nos cortó avances desconociendo la ley de la ventaja. Dejó pegar y simular a los anfitriones. Emparejó un partido que lo tenía a Racing como un equipo superior. Desde este espacio propongo que hasta tanto la AFA no se presente como un ente pulcro e imparcial, o hasta que nuestros dirigentes no se pongan los pantalones largos, juguemos con los pibes. No nos sometamos más a este robo a cara descubierta. La historia se repite y genera mucho dolor.

Ah, la del estribo: sepa señor Cocca que Racing no es lugar para sus caprichos. Acevedo no está a la altura de las circunstancias. Podría ser un buen suplente.

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