Basta... Me harté. Van doce minutos del segundo tiempo y
Tula corta un avance claro de Racing propinándole un piñón a Centurión, cosa
que el árbitro Fernando Rapallini juzgó que sólo era para amarilla. Fue la gota
que desbordó mi paciencia. Fue el último "horror" que soportó, de
este espantoso "saca partidos".
Todos creíamos que muerto el perro se había acabado la
rabia, que el fútbol argentino se iba a inmiscuir en tiempos de cambio, pero
parece que varios nos equivocamos. Los viejos vicios siempre estarán
enquistados, cual cáncer que te va carcomiendo. Vergonzoso.
Como vergonzoso
es lo del arbitraje argentino. Traigan pitos de otro país, como otrora ha
sucedido. La vieja camada de árbitros está sospechada de malos manejos, son
todos manipuladores pero eran preferible para comandar el clásico de Avellaneda.
El jovencísimo
Rapallini (36 años) y sus líneas crecieron observando a los anteriores y pecan
de lo mismo. Mientras tanto en la AFA "todo pasa", por más que haya
viejas-nuevas caras.
Los tres de negro no saben donde están parados en una obra
en construcción que luce como nunca ha sucedido con anterioridad. O mejor
dicho, sí saben y hacen lo que corresponde. Marcar siempre o casi siempre para
los locales. Ensuciaron el partido, lo dieron vuelta en tres minutos con fallos
decisivos. Más allá de la coparticipación de los jugadores de Racing por no
imponerse ante tantas injusticias y para enloquecer, como hizo Saja en el gol
de Mancuello, made in paladar negro.
A saber: Gómez
cancherea ante Centurión y mientras Brailosky levanta el banderín señalando
lateral para la visita, el bueno de Rapa inventó un tiro libre a favor de
Independiente. Más luego, contragolpe de Hauche que el "cafetero"
Breitenbruch (ah... era alemán) corta adrede con falta y Rapa que se hace el
"gallito ciego".
Y la frutilla del postre: inventó un planchazo del eterno
Milito, que había robado clarísimo y había iniciado un contragolpe fulminante.
Vino el tiro libre y el gol del empate. Fue mucho para tan poco tiempo.
Demasiado para un corazón que sabe de que lo ultrajen descaradamente en el
derby.
Sucedió en cancha de River hace bastante tiempo (vayan al
archivo y agárrense la cabeza), Baldassi también lo hizo en Parque Patricios
(el día de los cascos amarillos y la fiesta en la “popu quemera”), el grandote
Pezotta lo gestó en la sede de la UOCRA, el día que culminó con la locura de
Teo. Y hoy... Rapallini. Y así siempre.
Nos cortó
avances desconociendo la ley de la ventaja. Dejó pegar y simular a los
anfitriones. Emparejó un partido que lo tenía a Racing como un equipo superior.
Desde este espacio propongo que hasta tanto la AFA no se presente como un ente
pulcro e imparcial, o hasta que nuestros dirigentes no se pongan los pantalones
largos, juguemos con los pibes. No nos sometamos más a este robo a cara
descubierta. La historia se repite y genera mucho dolor.
Ah, la del estribo: sepa señor Cocca que Racing no es lugar
para sus caprichos. Acevedo no está a la altura de las circunstancias. Podría
ser un buen suplente.
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